Toro

Conócenos

La ciudad de Toro está cargada de historia, patrimonio y de la esencia del vino que tanta fama le ha otorgado. Los vacceos le dieron su símbolo, el verraco, los romanos, los celtíberos y los visigodos camparon a sus anchas por sus fértiles tierras y el infante don García la repobló en el año 899 con asturianos, navarros y vascones.

Los siglos XII, XIII y XIV fueron los de su máximo esplendor. Se construyó la Colegiata de Toro, fue protagonista de la lucha por el poder entre Isabel la Católica y Juana de Castilla y se convirtió en una de las ciudades importantes de la Corona de Castilla.

De aquella época aún podemos disfrutar de la citada Colegiata de Santa María La Mayor, el Monasterio de Sancti Spiritus, el Alcázar, la Iglesia del Santo Sepulcro, San Lorenzo el Real, el Monasterio de Santa Sofía, el Puente Mayor o las casas palaciegas como el Palacio de los Ulloa, el palacio de los marqueses de San Miguel de Gros, llamada comúnmente la casa de las Bolas o el palacio de Fonseca.

Pero si por algo es conocida la ciudad de Toro es por sus vinos con Denominación de Origen. Caldos únicos cuyo origen es anterior a la época de los romanos y que ha permitido a la ciudad ser reconocida  mundialmente.